martes, 7 de diciembre de 2010

el día después.

La veo, a lo lejos, andando entre la gente con cara confundida. Mira a su alrededor, probablemente tratando de averiguar dónde está. Lleva una sudadera gris con letras azules oscuras. Le va grande, probablemente no sea suya. Parece que es lo único que lleva puesto, pero asoma el borde de un vestido beige con bordados en el mismo color. En la mano izquierda, sujeta unos tacones de color claro, y con la otra se coloca un mechón de su pelo marrón claro detrás de la oreja, en un inútil intento de arreglarse un poco el pelo. Probablemente hace tan sólo unas pocas horas lo llevaba recogido en un moño precioso, de cualquier peluquería cara. Mira de nuevo a su alrededor. Empieza a cruzar un paso de cebra, pero se queda a la mitad y vuelve a la acera. Y derrepente, sin querer, sin haberlo planeado, su mirada se posa en donde estoy yo. Sus ojos se abren desmesuradamente, no esperaba encontrare ahí. Se da la vuelta y sale corriendo con sus pies descalzos. No intento perseguirla, siepre corrió muy rápido.

lunes, 11 de octubre de 2010

cabaret

By: Forever Young
Bourdeaux, Francia. 12:34 pm
Otro día más, me encuentro sentada en el sofá. Y otro día más, la televisión está encendida, sintonizada en uno de esos canales nuevos tan estúpidos.  Me miro los pies, tan pequeños, y las piernas tan arrugadas. Y las manos, tan delgadas y torpes.
Hay algo que siempre les digo a mis hijos(bueno, es una de las pocas cosas que les digo, porque casi nunca vienen a verme), y es que yo no tengo la mente para un cuerpo tan feo, que yo todavía tengo mente de piernas largas y delgadas, de vientre plano y de cara lisa. Ellos se ríen. Pero no entienden que yo lo digo en serio.
Alzo mi mirada a la pared de la izquierda. Hay una foto grande, en blanco y negro enmarcada con un marco de plata, precioso. En la foto hay una chica alta, con una sonrisa perfecta y unos ojos perfectamente maquillados con negro azabache. Tiene unas pestañas larguísimas, y su pelo está recogido con un moño y muchas plumas. A su lado hay un joven alto y apuesto que la mira cogiéndola por la cintura, lleva un sombrero blanco de medio lado que le daba ese toque tan interesante a Philippe.
Sonrío, recordando aquellos tiempos de humo, de alcohol, de tacones altos y... de juventud.


Derrepente, huele a arroz. No me lo puedo creer. ¿Es que esta muchacha de Katerina no sabe cocinar otra cosa? Con esfuerzo, me levanto del sofá, y me dirijo a la cocina para quejarme.

wayfarer.

By: forever young
San Diego, USA. 2:07 pm
Me está mirando. ¡Sí, me está mirando! Bueno, o eso creo, lleva sus gafas de sol puestas.
Hoy es el último día del viaje de intercambio a San Diego. El avión saldrá en unos cuarenta minutos. Estamos todos tristes, callados. Unos van a comprar revistas para durante el viaje, otros hablan entre ellos con caras serias y otros, simplemente tienen la mirada fija en el ventanal que cubre toda la pared, observando cómo los aviones llegan y se van.
Yo me encuentro entre estos últimos. Bueno, eso no es del todo verdad. Tengo un ojo puesto en Luca, que está unas butacas más allá, hablando con su amigo Pierre, el único francés del grupo. Pero juraría que acaba de girar su cabeza para mirar en mi dirección.
- No quiero irme.- Comenta Liss, la chica de Dinamarca, con su extraño acento.- Es muy corto.
La miro y trato de esbozar una sonrisa.
- Yo tampoco.- Vuelvo a echar una mirada rápida a Luca.- esto, Liss, voy a comprar una cocacola, ¿vienes?
Niega con la cabeza.
Me levanto y me acerco a la máquina de bebidas.
Empiezo a buscar en mi monedero algún dólar que por purísima casualidad no me haya gastado, cuando siento unos golpecitos en la espalda. Me giro, y mi corazón se desboca. Luca.
- Hey, Helena.- Dice, con su acento italiano.- No me has dicho nada desde ayer, ¿No piensas despedirte?
Dentro de mi cabeza hay un caos en el que voy evaluando y rechazando diferentes formas de contestar.
- Claro que me voy a despedir... Luego.- Cómo no, elijo la más estúpida de todas.
Sonríe y se sube sus gafas de sol.
- Mi vuelo sale en diez minutos, ¿recuerdas?- Cómo no lo iba a recordar.
- Es verdad.- Sonrío mirando hacia arriba.
Miro hacia Liss, el suyo sale en cinco, debería despedirme, y tambien de Jazmine, la de India, y...
Mis pensamientos se interrumpen. Luca me coge por la barbilla, obligándome a mirarle. Nuestras caras están muy juntas. Noto mis mejillas ardiendo, cómo no. Y de repente, sin previo aviso, me da un beso. Corto, rápido. Pero suficiente.
Me quedo callada, mirándole a los ojos.
- Así te acordarás de mí un tiempo.- Sonríe y se pone las gafas de sol de nuevo.- Y cuando nos volvamos a ver, igual aún recordarás mi nombre.
Yo estoy paralizada aún. Él coge su bolsa de mano y arrastra su maleta acercándose a sus compañeros del vuelo a Roma.
Cuando nos volvamos a ver. Así parece mucho más fácil. Pero no lo es. Es imposible, teniendo en cuenta que cada uno vive en un continente. Mientras me pierdo en mis pensamientos, suena una llamada al vuelo de Buenos Aires, el mío, y me acuerdo de que iba a comprar una botella de CocaCola.

sábado, 9 de octubre de 2010

umbrellas

Roma, Italia. 5:01 pm
¿Por qué no he traido paraguas? O mejor. ¿Por qué coño está lloviendo cuando estamos en pleno Junio?
Elianna corre unos metros por detrás de mi, cubriéndose la cabeza con su mochila.
- ¡Espera, por favor!.- Grita, pero a penas se la oye a través de la lluvia.- ¡ No puedo correr tan rápido Marco!
Ralentizo un poco el paso, y Elianna se pone a mi altura. Pasamos Piazza Lombardi, ya casi hemos llegado.
Las calles de Roma están vacías, salvo por los coches que pasan por la carretera, salpicándonos.
 Aún no me podía creer que justo el día que llovía, hubiera perdido el autobús. Me cuesta correr, se me está acabando el aire.
-¡Marco, deberíamos llamar a alguien para que venga a recogernos!- Exclama mi hermana, con voz entrecortada por el esfuerzo.
Paramos debajo de un toldo de una tienda de chuches.
Miro a mi hermana a los ojos. 
-¿Quién vendría a recogernos?.- Esbozo una sonrisa triste.- ¿La señora Badanelli?
Elianna mira al suelo, puedo ver cómo una lágrima cae por su cara. Ella echa de menos su otra vida. La vida de cuando teníamos una casa grande, con dos padres maravillosos, la vida de cuando vivíamos en Milán. 
Sin embargo, ahora nos teníamos que conformar con una casera insoportable, una habitación compartida en un centro de acogida con veinte adolescentes más, y una vida de huérfanos.

viernes, 8 de octubre de 2010

las cosas malas no siempre les ocurren a las chicas malas.

Exmouth, Reino Unido. 3:48 am
Esta clase de cosas no les pasan a las chicas como yo. Les pasan a las chicas que se merecen que les pasen cosas malas. No tiene sentido que esto me pase a mí.
Miles de pensamientos, miles de súplicas de porfavor, estar soñando, invaden mi cabeza. Son como voces que me impiden concetrarme en lo que realmente está pasando.
Coreen y Tiara intercambian una mirada nerviosa. Lou se muerde el labio inferior y me mira levantando la vista. Se pueden escuchar nuestras respiraciones entrecortadas, nada más.
- Nunca, jamás, le diremos a nadie nada de esto.- Dice Coreen. Señala con la cabeza al cuerpo inmóvil que llacía en el suelo. Le tiembla la voz. Todas asentimos con la cabeza, intentando no mirarnos a los ojos.
Permanecemos unos segundos en silencio, contemplando a la chica. Tiene mucha sangre en las manos y en la cara.
- Vámonos de aquí, alguien la descubrirá tarde o temprano.- Consigo decir, aún mirando al suelo.
-¿No deberíamos llamar a una ambulancia?.- pregunta Tiara a duras penas.
-¿Es que estás loca? nunca deben relacionarnos con ella.-Se apresura a responder Coreen.- Seguro que se queda en silla de ruedas...
No pudo continuar la frase.
Salimos corriendo, dejando detrás de nosotras un secreto.
Otro más.

jueves, 7 de octubre de 2010

For the first time

http://www.youtube.com/watch?v=mXeFHQBPaTo

¿De qué va todo esto?


De llorar de felicidad, de gritar de rabia, de correr bajo la lluvia sin poder parar de reír, de que se te caiga el mundo encima. De no hacer caso de nada que te digan. De saber que lo que haces no es lo correcto y aún así hacerlo, de sonrisas cómplices, de pegar un portazo, de perder el control, de dejar de pensar y de promesas por cumplir. De caerse del sueño, de mirar fotos, de saber que no te gustaría la verdad, de ver cómo se le llenan poco a poco los ojos de lágrimas, de abrazos largos y de frases cortas. De recordar una sonrisa, de levantar la mano para tocar el cielo y que parezca que realmente lo tocas con la punta de los dedos-


De latidos, en diferentes partes del mundo, en diferentes corazones.